miércoles, 3 de diciembre de 2008

LA ULTIMA VEZ (PARTE I)

La luz de la luna le daba un color especial a sus cuerpos desnudos, un color casi irreal. Habían arrendado esa cabaña en la montaña para tener un poco de paz, reencontrase, vivirse y disfrutarse.
Llegaron a media tarde, no sin antes detenerse a comer algo en el camino, se instalaron entre unos árboles, que estaban ahí antes del tiempo les pareció a ellos. Tiraron una manta en el pasto, se sirvieron un refresco y algo de comer. La naturaleza los acogía sin egoísmos. Decidieron caminar un rato entre los árboles, escondiéndose detrás de ellos de ves en cuando, solo por el afán de jugar. Ella vestía una falda muy larga, una blusa demasiado ancha para ella y sandalias. A el le parecía que ella era una reina aun vestida así, tan sencillamente. El llevaba un pantalón de lino azul, una polera blanca y al igual que ella calzaba sandalias.
La soledad de ese bosque y el juego de las escondidas hicieron que sus cuerpos se anhelaran, como hacia mucho no lo hacían. La encontró detrás de un árbol con la espalda pegada a el. Ella le pidió que se acercara y que la hiciera suya, ahí en medio del bosque, jugaba con su falda, subiéndola hasta los muslos y la dejaba caer. El la miro con deseo, se acerco la aprisiono contra el árbol, la beso en la boca, el cuello, el lóbulo de sus orejas, mientras sus manos tocaban sus pechos con ansiedad. La beso incansablemente mientras se desabotonaba el pantalón, saco su pene y puso una mano de ella en el, quería que lo tocara como tantas veces, como solo ella lo sabia hacer. El comenzó a levantar su falda a escudriñar dentro de su calzón, a tocar la humedad de su vagina, esa que tanto conocía. Coloco su pene en posición y así la penetro, de pie apoyada en el árbol. La tomo por la cintura para que ella cruzara sus piernas es su espalda, sus movimientos eran rítmicos, se conocían tanto que sin necesidad de nada sabían como moverse. La posición, el lugar y su ansiedad confabularon para que pronto los dos llegaran al clímax de su pasión.
Ella lo miro, se arreglo la ropa y camino, sin decir palabras, solo llevaba una sonrisa en el rostro. El la miro alejarse son ese ritmo que lo enloquecía, quiso correr detrás de ella, pero prefirió seguir deleitándose con la figura de su mujer, su amada, su razón de vida.
Llegaron a la cabaña poco después de ese encuentro, el sol ya estaba sobre las montañas, arreglaron todo para después no hacer nada mas que disfrutar el tiempo juntos. Fueron por leña, buscaron copas para el vino, prepararon algo para cenar.
Cenaron casi al empezar la noche, luego se sentaron delante de la chimenea. Brindaron por su amor, por estar ahí, por tenerse el uno al otro.
El la desnudo a ella, poco apoco, dejando al descubierto su piel blanca y tersa. Le recorrió el cuerpo con sus manos, la beso en la boca, pero hoy era ella quien deseaba jugar, así se lo había pedido.
Ella comenzó a desnudarlo poco apoco, primero su polera, toco con sus manos cada centímetro de su pecho y espalda, lo beso en la boca, en el cuello y le dijo al oído, que hoy sabría lo que era una verdadera mujer. Se puso a sus espaldas, le beso la nuca, los hombros, araño su espalda, se la beso, paso su lengua por toda la extensión de su columna, de arriba abajo.
Le comienzo a besar la oreja, a decirle lo que nunca a nadie había dicho. Que quería ser su puta, que se la iba a comer hasta que le pidiera que parara. Eso tuvo un efecto inmediato en el, su respiración se acelero mas y los latidos de su corazón se podía oír. Mientras todo esto sucedía, desabrocho su pantalón y poco a poco se puso frente a el.
Soltó el pantalón y este fue a caer a los pies de el, se arrodillo para poder sacárselo. En esa posición con su cara frente a su pene, comenzó a tocarlo por sobre el boxer, ya sabia que estaba duro y que el deseaba que se lo tocara. Lo miro hacia arriba buscando sus ojos, y con un solo movimiento casi sin que el se diera cuenta su boxer ya estaba en sus pies. Lo despojo de el y así desnudo, ella comenzó realmente a jugar.
Continuara……..

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