miércoles, 10 de diciembre de 2008

ESPANTAPÁJAROS

"Solo dos hombres se han grabado a fuego y sangre en mi corazón y solo a esos dos recordaré cuando esta espantapájaros deje de existir."
(Para mi Ángel)


Cuando mi memoria y el corazón me traicionan, no me queda más que asumir lo que he hecho de mi vida. Una realidad llena de amantes, donde a veces ni siquiera me acuerdo del nombre porque en su momento no me interesaba o simplemente ya se me ha olvidado. Hombres que fueron tan efímeros como un suspiro, tan irreales como los sueños. Pero también recuerdo a esos hombres que fueron alicientes para vivir, esos que hicieron palpitar mi corazón, que me hicieron sentirme menos espantapájaros y más mujer.
Después de haber perdido al mejor hombre que pensé conocer, y del cual estuve realmente enamorada, me convertí en una mujer fría, racional e inmutable. Ya nunca más me importo amar, lo mío era carnal y sexual. Sin embrago llego alguien que cambio mi historia, no eso a los cuales creí amar, si no a un verdadero amor, ese que te hace olvidar tu temor y entregarte.
Lo conocí hace algunos años, es un hombre maravilloso, con carácter, lleno de virtudes y unos cuantos defectos, como todos.
Nos conocimos por una llamada equivocada a mi teléfono y desde ese día no dejamos de hablar por mucho, mucho tiempo. Entablamos una hermosa amistas, fue como un Ángel de Luz en mi camino, pues yo me había abandonado a la desesperanza. Fue ahí que paso a ser más que hombre, lo convertí en mi Ángel.
Nuestra relación de amistad duro poco mas de tres años sin conocernos en persona, solo los mensajes de texto, las llamadas telefónica y el Messenger era nuestro medio de comunicación, nos alimentábamos con esas cosas, era nuestro medio de estar unidos. Y yo me enamore de ese hombre que nunca había visto a los ojos.
Cuando lo vi por primera vez, no pude evitar el miedo, los nervios y la ansiedad. Me sentía como una niña, torpe e inexperta, charlamos mucho y al despedirme el me dijo: “bueno me lo vas a dar o no”. Fue la primera vez que lo bese, desde ese instante quise amarlo y estar con el toda la vida.
Era la segunda vez que me enamoraba así, a tal nivel de entrega, fiel a los sentimientos dando por entendido que el había llegado a despertar en mi otra vez el amor, que podía llegar a transar cosas de mi vida, que me debía la oportunidad de hacerlo y ser feliz.
Mi ángel era divino, nos llevábamos bien, el ponía la cuota de realidad y yo la imaginación, el era mi clave a tierra
Valorice el amor en pareja antes de la individualidad, la que siempre había mantenido férrea. Le fui fiel en todo, mente, alma y corazón. El era todo lo que yo quería para mí, era lo que había estado esperando para vivir el resto de mi vida.
Cuando me besaba yo sentía abandonar el mundo, sus besos me llevaban al éxtasis, tenia una forma tan especial de hacerlo, que yo cada vez que podía, le robaba o pedía un beso. Cuando me tocaba sentía su candidez, su virilidad, era como un diamante en bruto, todavía no explotaba todo su potencial y yo quería descubrir todo con y de el.
Siempre he dicho que una cosa es hacer el amor y otra tener sexo. Yo con el cada día hice el amor, en mi entrega no solo le di mi cuerpo, lo hice dueño de mi alma y mi corazón. Con el realice fantasías que nunca antes hice con nadie. El fue mi amor, mi cómplice, mi amante y mi amigo.
Por el deje de ser un espantapájaros, pero un día sin entender el porque, el me dejo de amar, termino nuestra relación argumentando cosas, que me canse de explicar no eran así, los fantasmas del pasado vinieron a arruinar mi presente y nada que yo le dijera le iban a hacer entender que el era el amor de mi vida.
Yo lo amaba demasiado y otra vez me tocaba llorar por amor, pero esta vez dolía mas, se me desgarraba el corazón. El seguiría por ahí, vivo y yo no podía soportar la situación de amarlo y no poder ir donde estaba, besarlo y tenerlo a mi lado. Le roge, le llore, me humille, si lo hice y no me arrepiento, pero nada conseguí. Debí recordar en ese momento que cuando el amor se acaba, no hay remedio, pero lo olvide y casi me abandone a la locura.
Cuando lo recuerdo, mas de una lagrima rueda por mi mejilla, aun duele su abandono, es como una cicatriz reciente, esa que al mas mínimo roce lastima, arde y te recuerda porque esta allí. Es una herida que ha tardado tanto, tanto en sanar.
Desde que el me dejo, volví a ser el espantapájaros, muñeca inanimada que pasa por la vida, sin razón, sin sentimientos. Esa que desgarrada por dentro no tiene consuelo a su desamor, a haber perdido a un hombre por la muerte y al otro por los fantasmas del pasado.

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