Le robamos minutos al tiempo, para desfrutar de nuestra compañía,
mirarnos a los ojos y sin palabras decirnos “te amo”, porque en nuestras bocas eso
está prohibido. Robamos minutos al tiempo, para que nuestros cuerpos se mezclen,
encajen y con caricias decirnos lo que las palabras no pueden decir. Somos uno
en dos, nos hallamos tarde y ese es nuestro pecado.
Le hemos robado demasiados minutos el tiempo, y el que es inexorable,
nos ha pasado la cuenta, hoy llega a su fin lo que tuvimos, hoy solo queda
decir Adiós.